En Tucumán, la religión aún ocupa un lugar central dentro de las aulas. De hecho es la única provincia del país donde se enseña esta materia en todas las escuelas públicas, según afirmó José Luis Garlero, bachiller en teología y máster en psicología, quien estuvo presente en el primer encuentro provincial de docentes de religión.
Para el bonaerense este hecho constituye “un fenómeno muy particular que genera muchas preguntas”, sobre todo en un contexto atravesado por la hiperconectividad, la ansiedad social y un cambio profundo en la manera en que las nuevas generaciones aprenden.
“Quizás haya que tener el cuidado de que en una escuela pública no se dé una enseñanza explícitamente confesional, pero sí una que comprenda una antropología del hombre abierto a la trascendencia, con necesidad de interioridad y espiritualidad para su realización”, señaló Garlero durante su exposición en este espacio que reunió a 400 educadores de religión en el colegio Guillermina Lestón Guzmán.
Que se transmita
Lejos de reducirla a un listado de contenidos, Garlero sostiene que la enseñanza religiosa hoy tiene que ver más con el testimonio que con la teoría. “La religión más que enseñarse se transmite. Es una condición vital de alguien que vive de tal manera que otro se pregunta: ‘¿qué le pasa a este tipo que vive así?’. La fortaleza de quien transmite está en vivir aquello en lo que cree; eso es lo que resulta contagioso”, considera.
Falleció Mamerto Menapace, un monje que vinculó la religión con los relatos gauchescosEn tiempos de redes sociales y de mensajes veloces, el desafío es para él aún mayor. “Las redes en general se manejan con superficialidad, con impacto, con imagen. Eso es lindo para un tramo del camino, pero no resuelve las cuestiones de fondo. Hoy la gente parece no interesarse por las preguntas vitales. Sin embargo, la interioridad sigue siendo necesaria, porque sin ella terminamos atrapados en lo inmediato, en lo material, creyendo que la felicidad se mide en lo que tenemos. Y eso es una falacia”, sostiene.
Interioridad
Para el teólogo, la educación religiosa tiene una “palabra profunda” que ofrecer frente a un modelo social que asocia la felicidad al consumo o al poder. “Si fuera verdad que el placer o la acumulación de bienes nos hacen felices, no habría depresión, injusticia ni hambre en el mundo. Por eso, hoy más que nunca, la espiritualidad y las propuestas religiosas serias -no el fanatismo- son una alternativa válida para que el ser humano se realice plenamente”, dice.
Los países que no celebran la Navidad: ¿qué religión tienen y qué hacen el 24 de diciembre?Las supervisoras Marianela del Campo y Edith Ordóñez coinciden con esta mirada y remarcan que la enseñanza de religión debe enfocarse en la “educación de la interioridad”. “Una educación integral no puede desatender la espiritualidad, porque es lo que nos hace humanos. En una época en que los chicos viven desconectados de la realidad e hiperconectados con la tecnología, necesitamos volverlos a su centro, volverlos al corazón”, afirman.
El cambio generacional, dicen, exige un nuevo modo de enseñar. “Cuando estudiábamos, recibíamos contenidos y los aceptábamos tal cual. Hoy los niños cuestionan todo y buscan razones. Por eso el camino debe ir de adentro hacia afuera: abrir el corazón, generar preguntas y acompañar para que cada alumno encuentre sus propias respuestas”, sostienen.
Familias que eligen
La experiencia de los padres muestra dos realidades complementarias. María Inés González, mamá de León, optó por un colegio católico hace cinco años cuando tuvo que dar entrevistas en varias instituciones: “No lo elegí por dogma, sino por los valores que yo prefería y me sorprendió cómo el proyecto educativo conjugaba formación ética y exigencia académica. Para nuestra familia los símbolos religiosos no imponían, sino que abrían espacio para reflexionar sobre la comunidad, el perdón o la gratitud”, reflexiona.
Javier Márquez, en cambio, eligió una institución laica para su hija Helena, que hoy tiene 10 años. “Queríamos evitar adoctrinamientos, pero sin dejar de lado la formación en valores. En su colegio se trabajan dilemas éticos, tradiciones culturales y respeto a distintas creencias. Lo que más destaco es que fomenta el pensamiento crítico y el debate respetuoso”, comenta.
No obstante, ambos coinciden en que lo esencial no está en la etiqueta religiosa o laica, sino en la coherencia entre lo que se predica y lo que se practica dentro de la escuela.